domingo, 22 de noviembre de 2015

Cine, coches y patrimonio

Ayer decidí rematar mis últimos días de vacaciones disfrutando de coches clásicos y con amigos. Comencé la jornada junto con Andrés Sanchez Ruiz y su SEAT 1500 con motor Perkins 108 de 1760 c.c. y 50 CV de potencia. Se trata de un taxi clásico madrileño que desprende romanticismo urbano e industrial. Me chifla viajar en él y cruzar pueblos de la España profunda.


Lo primero fue ir a conocer el MUSEO DE COCHES DE CINE, ubicado en la población Toledana de Yuncos, a tan sólo 20 minutos de Madrid. Y para nada nos arrepentimos de la elección.  Se trata de una exposición permanente con más de 100 vehículos que han participado en el rodaje de más de 50 películas.


Pero además de la colección de vehículos, aderezada con carteles, fotografías, objetos de colección.... lo más grato fue la atención y trato que nos prestó su dueño, don Vicente Pavía. Durante largo rato estuvimos charlando sobre los orígenes de la colección, anécdotas o problemas administrativos con los que se encuentra cualquier ciudadano que, en España, pretenda conservar patrimonio industrial por su cuenta. Pero no se trata solamente de conservar, sino también de explotar y sacar partido. Insisto y no me canso, en que debemos de dar uso a nuestro patrimonio histórico, público o privado. Y este es un buen ejemplo de aplicación de cara a la industria cinematográfica.






























Tras acabar la visita, comer y antes de ir a ver a otro buen amigo, nos dimos una vuelta por estaciones ferroviarias de la zona. La cabra tira al monte.
Las dos estaciones que visitamos fueron Illescas y Villaluenga-Yuncler, de la línea Madrid-Cáceres. En la primera fue grato encontrar que el estado de conservación del edificio de viajeros es bueno y que incluso cuenta con personal, ventanilla de venta de billetes y sala de espera para viajeros. Esto que parece algo básico y normal en cualquier estación ferroviaria anexa a una población, en España que ha ido convirtiendo en algo raro. El grado de abandono y falta de inversión que padece la red convencional de Adif se traduce en multitud de estaciones abandonadas, cerradas y sin servicios básicos que ofrecer a los viajeros.




En Villaluenga-Yuncler tuvimos la suerte de ser atendidos por el factor de circulación, que nos indicó la hora de paso del siguiente tren. También encontramos abandono y ruina en los edificios anexos al de viajeros, que me dediqué a documentar con mi cámara de fotos.







Finalmente fuimos a ver a nuestro amigo Mario Rodríguez Ruíz y su colección de coches clásicos. Y a mitad de camino no pude evitar fijarme en una torre en ruinas. Andrés me explicó que se trata de los restos de una fortaleza medieval árabe conocida como el Castillo de Olmos. Según me he documentado, fue construido en el siglo VIII y conquistado por Alfonso VI de Castilla en 1074. Tuvo una importante posición estratégica y sirvió para controlar el camino que unió Toledo con el Alto de los Leones, en la Sierra de Guadarrama. Sólo queda en pie una torre de 8 metros de altura hecha con ladrillo cocido y piedra. La presencia excesiva de argamasa en algunos de los muros y la hiladas irregulares denotan que se construyó apresuradamente. Al tratarse del siglo VIII, entiendo que fue en el contexto de expansión, conquista y consolidación del poder árabe en la península ibérica.





Mientras hablábamos sobre esta fortaleza, Andrés me contó que su pasión por el patrimonio comenzó de niño, al observar el grado de abandono y olvido de muchos castillos a lo largo de nuestra geografía. Son lugares que evocan nuestra historia que hemos de recordar no como un complejo, sino como un referente de quienes somos los españoles y cómo podemos mejorar. Y vuelvo a lo mismo, como sacar partido a esos testigos físicos de nuestro pasado. Y repito otra vez aquello de que nuestra primer industria es el turismo y la imagen.



En casa de Mario estuvimos disfrutando viendo motores y hablando sobre criterios para el mantenimiento y restauración de vehículos clásicos. Y como no, nos dimos un paseo en uno de ellos. Concretamente en un Land Rover grúa con un imponente ruido de motor.  










El balance final fue volver a casa satisfecho y meterme en la cama con proyectos de progreso. Ganas de continuar progresando a pesar de las circunstancias tan adversas de nuestra economía. Aún tengo ganas de querer seguir dando la batalla por hacer lo que me gusta.