El desarrollo
de grandes obras civiles no sólo es cuestión de dinero y política. El
enfrentamiento ante la naturaleza, tanto en su carácter orgánico como
inorgánico puede ser insuperable (al menos momentáneamente). Un ejemplo sobre
esto fue el primer intento de construcción del Canal de Panamá, en el que los
equipos técnicos además de padecer continuos derrumbamientos del terreno, sucumbían
ante enfermedades tropicales. Otro ejemplo es el caso de España, en donde el
tardío desarrollo del ferrocarril no se debió sólo a la penuria económica (la
visita de los franceses nos dejó la casa manga por hombro), enfrentamientos
civiles (las tres Guerras Carlistas) y jerarquías políticas ineficientes. La
geografía de la Península Ibérica puso las cosas verdaderamente difíciles.
Basta con ver el conocido caso de la conexión ferroviaria entre León y Asturias
a través del Puerto de pajares o el ferrocarril Córdoba-Belmez.
Tenía
entendido que la reciente línea férrea entre Pekín y Lasha supuso un gran reto
tecnológico, pero no de tanta magnitud.
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