lunes, 13 de febrero de 2012

El ferrocarril más extremo del mundo


                El desarrollo de grandes obras civiles no sólo es cuestión de dinero y política. El enfrentamiento ante la naturaleza, tanto en su carácter orgánico como inorgánico puede ser insuperable (al menos momentáneamente). Un ejemplo sobre esto fue el primer intento de construcción del Canal de Panamá, en el que los equipos técnicos además de padecer continuos derrumbamientos del terreno, sucumbían ante enfermedades tropicales. Otro ejemplo es el caso de España, en donde el tardío desarrollo del ferrocarril no se debió sólo a la penuria económica (la visita de los franceses nos dejó la casa manga por hombro), enfrentamientos civiles (las tres Guerras Carlistas) y jerarquías políticas ineficientes. La geografía de la Península Ibérica puso las cosas verdaderamente difíciles. Basta con ver el conocido caso de la conexión ferroviaria entre León y Asturias a través del Puerto de pajares o el ferrocarril Córdoba-Belmez.   
                Tenía entendido que la reciente línea férrea entre Pekín y Lasha supuso un gran reto tecnológico, pero no de tanta magnitud. 


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